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Como reacciona nuestro cerebro al escuchar música

La música nos acompaña desde tiempos remotos; el hombre prehistórico tocaba ya flautas de huesos, instrumentos de percusión y birimbaos. Los arqueólogos han descubierto flautas hechas con huesos de animales en Neanderthals que vivían en Europa del Este hace más de 50.000 años. La música esta dentro de nuestro cuerpo-mente. Para oír música no necesitamos que ningún sonido real llegue a nuestros oídos.
Tan sólo con imaginarla un número de áreas temporales del cerebro que participan en la audición se activan también cuando dichas melodías se imaginan.

La música y la emoción comparten una misma región del cerebro, conocida como el cortex prefrontal, según han comprobado científicos de la Universidad de Dartmouth analizando las reacciones cerebrales de ocho músicos.



Son muchos los estudios y científicos de importantes universidades del mundo están estudiando la relación entre cerebro y música. Por otro lado, sin perder un instante, en el mercado existen compañías dedicadas a explotar comercialmente estos descubrimientos.

El estudio de las imágenes cerebrales ha arrojado luz sobre la respuesta del cerebro a la música. Particularmente ha permitido profundizar en cómo el oído suministra los sonidos al cerebro. Igual que otros sistemas sensoriales, el auditivo muestra una organización jerárquica: consta de una serie de estaciones neuronales de procesado que van desde el oído a la corteza auditiva, el nivel más elevado. El procesamiento del sonido de las notas musicales empieza en el oído interno (cóclea) aquí se descompone un sonido complejo en las frecuencias que lo constituyen. Luego la cóclea trasmite esta información a lo largo de fibras del nervio auditivo, cada una con afinación distinta que operan como trenes de descarga neuronales que llegan a la corteza auditiva en el lóbulo temporal. Cada célula del sistema auditivo está afinada para responder de forma óptima a una nota o frecuencia concreta. La curva de afinación de una célula se solapa con la curva de las células vecinas de modo que no quedan huecos en la percepción del espectro acústico.

Música, cerebro y emoción
La música también involucra la emoción tanto en lo que se percibe como en lo que se ejecuta o canta.
Cuando un acorde que resuelve una sinfonía nos produce un delicioso escalofrío se activan en el cerebro los mismos centros de placer que actúan al comer chocolate, hacer el amor o tomar ciertas drogas.

Un intervalo consonante corresponde a una relación de frecuencias entre las dos notas que determina un intervalo sencillo. Por ejemplo: La relación entre las frecuencias de un do y un sol central es 260 y 390 hertz. La interpretación simultánea define un acorde de quinta perfecta de sonoridad considerada agradable.

En cambio la interpretación simultánea de un do central y un do sostenido (260 y 277 hertzios) produce un sonido que en nuestra cultura mayoritariamente es considerado como desagradable y áspero.

¿Que mecanismos cerebrales subyacen a esta experiencia?
Las imágenes obtenidas mediante tomografía (registradas mientras individuos escuchaban acordes disonantes y consonantes) mostraron que son dos sistemas diferentes los que se activan, cada uno relacionado con emociones distintas, cuando el cerebro procesa emociones vinculadas a la música. Los acordes consonantes activan región órbito frontal (parte del sistema de recompensa) del hemisferio derecho y parte de un área del cuerpo calloso.


Sin embargo, no toda la música es buena ni sirve para lo mismo. Algunos tipos de música estimulan la creatividad y la imaginación, otros ayudan a establecer relaciones interpersonales sanas y a integrarse a la sociedad y a su medio ambiente. Y unos más, ligados al baile, brindan también un mejor acondicionamiento físico y, a veces, apoyan procesos terapéuticos. Citaremos algunos ejemplos

Música clásica
Es un mito que la música clásica nos hace más inteligentes, pero escucharla al menos media hora al día proporciona al cerebro un mejor ambiente para desarrollar ideas y restablecer conexiones neuronales que, al final del día, nos ayudarán a estar alertas, concentrarnos mejor y optimizar los procesos de aprendizaje.

Salsa
Cadenciosa y alegre, la salsa brinda al cerebro una combinación de dopamina y adrenalina, que relaja y activa al mismo tiempo, señala el terapeuta físico Felipe Gutiérrez, especialista en rehabilitación deportiva.
Como generadora de movimiento, la música salsa produce numerosos beneficios físicos, emocionales y mentales, pues libera del estrés, aumenta la capacidad cardio respiratoria y mejora la coordinación y el equilibrio

Rock
Se dice que para escribir sus novelas, Stephen King escucha rock. Cierto o no, en sus teorías del Efecto Mozart, Don Campbell ha escrito mucho sobre la dificultad de encontrar concentración para generar ideas en compañía de ritmos tan densos y acelerados. Sin embargo, destaca la capacidad de inyectar adrenalina al cerebro.


No obstante más allá de los ritmos y vibraciones, es importante prestar atención a nuestros propios gustos e indudablemente dependiendo del estado de animo que nos encontremos nos gustara escuchar algún tipo de música determinada en ese momento y como suelen decir, la música amansa a las fieras, así que para relajarnos del el día a día , un poco de música en nuestras vidas,  que no vienen nada mal.


Fuentes: luciernaga, cnnespaañol ,Youtube secret garden nocturne
Comentearios. los mios

2 comentarios:

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